Siempre he pensado que nos complicamos la vida más de lo que en realidad es necesario. Falta prácticamente nada para que la Navidad nos dé de lleno en la cara y ya estamos todos volviéndonos locos por los regalos. Esto es algo que pasa todos los años pero por lo visto este 2021 hay una locura más generalizada aún por el miedo al desabastecimiento que se prevé en algunos sectores y por la huelga convocada por parte de los transportistas para los días 22 y 23 de diciembre (aunque si para entonces aún no tienes nada comprado igual es que eres lento de narices, pero ese es otro tema).
El caso es que los padres se vuelven locos para comprarle a sus hijos los juguetes que desean y como, por norma general, todos quieren los juguetes de moda, la posibilidad de que se agoten en las tiendas de barrio, jugueterías especializadas, y grandes superficies existe, y mucho. De hecho, recuerdo un año en el que a todas las niñas les dio por querer una muñeca que llevaba un micrófono y podías cantar con ella a la vez. Mi sobrina quería una y no hubo manera de encontrarla porque estaba agotada en todas las tiendas. Increíble.
Por eso muchos padres son tan previsores que incluso antes de la llegada del Black Friday han comprado todos los regalos y, a raíz de esto, algunos grandes almacenes ponen promociones para primeros de Noviembre como Carrefour, que ya a fecha 1 de noviembre saca su promoción clásica de “compra todos los juguetes aquí y te devolvemos el 30% en un cheque para gastar en tu próxima compra”.
Sin sacar las cosas de quicio
Ahora que soy madre entiendo esa necesidad que tenemos por cumplir las ilusiones de nuestros hijos y la decepción que sentimos cuando no encontramos esa muñeca, ese coche o ese juguete que tiene a nuestros hijos enamorados. No obstante haré una matización: todo eso es material y la Navidad, aunque se ha desviado mucho, no tiene como base precisamente lo material ¿o no?
Mis hijos, como todos los niños, piden un juguete o dos que les hace mucha ilusión tener pero reciben también otro tipo de regalos como entradas para ver la última peli de Disney en el cine, entradas para el circo de Navidad (sin animales), entradas para el espectáculo sobre hielo o para ver el musical de Frozen. Del mismo modo, reciben un juego de mesa para jugar todos en familia aunque no lo hayan pedido o algo similar para compartir la diversión y, de ese modo, les enseñamos que la cultura y la familia también son importantes.
Pero eso es lo que pasa con los niños que son inocencia e ilusión, pero ¿y qué pasa con los adultos? Pues que somos peores que los niños y si no conseguimos aquello que tenemos en mente pillamos unos cabreos bastante importantes.
Recuerdo un año que mi hermano había estado ahorrando un dineral para comprarse una consola de moda en Navidad y le faltaba solo un poco para poder hacerlo. Dos días antes de Navidad mi padre le dijo que como había visto el esfuerzo que había hecho para ahorrar durante todo el año y había sido muy maduro con eso, le iba a poner el dinero que le faltaba para que tuviera la consola al mismo tiempo que los demás recibíamos nuestros regalos de Papá Noel, así que los dos, de la mano, se fueron al centro comercial a comprar la dichosa consola y volvieron sin ella porque estaba agotada. Mi hermano pilló tal mosqueo que se pasó todas las Navidades de morros y no tenía precisamente 7 años, sino más bien 16.
Puede que me digáis que con 16 años no se puede catalogar a alguien como adulto, y tenéis razón, pero tampoco es un crío de 5 años con rabietas y sin conocimiento ¿verdad?
Yo estoy muy harta de tener que pensar en toda mi familia y de acabar regalando una tontería porque no sabemos ya hacia dónde tirar y por eso he llegado a la conclusión de que este año no pienso comerme a cabeza y voy a ir a los regalos clásicos: joyería para mi madre y mi cuñada, una cartera de piel para mi padre y un kit de aftershave con colonia para mi cuñado. Y si a alguien no le gusta su regalo que le ponga un lazo.
Voy a comprar una de estas pulseras personalizadas de cuero y metal con nombres grabados para mi madre, como un detalle especial, y este anillo de serpiente de plata de ley para mujer que es ideal para mi cuñada.
Personalmente creo que les van a encantar mis elecciones pero si no fuera así os digo una cosa: me da igual. ¿Por qué tenemos que complicarnos la vida de esta manera cuando llegan las navidades? ¿Es que comer en familia, reinos juntos y pasar tiempo unidos en estas fechas no es suficiente?
Al final este tipo de regalo son detalles que tienes con la gente que quieres y aprecias pero si ese regalo se convierte en un quebradero de cabeza o en una complicación se acaba convirtiendo en una puñetera pesadilla y yo, por ahí, no paso.
Regalos por compromiso
Luego, además, todos tenemos compromisos y da igual que pienses que es una tontería porque al final el compromiso sigue ahí, presente, y tienes que hacerle un presente, valga la redundancia.
Y digo yo ¿por qué narices tengo que regalarle algo al hijo de mi prima si yo no tengo un trato cercano con ese niño? Pues porque ella le regala a mis hijos y eso crea un compromiso pero lo que yo digo es lo siguiente: que le compre ella a sus hijos lo que le dé la gana que yo haré lo mismo con los míos. En mi opinión eso sería mucho más cómodo y más normal que lo que hacemos ahora.
Pero ese no es el peor regalo de compromiso que podemos hacer, los hay peores, como el de la profesora de la escuela de tus hijos. Mi opinión al respecto es la siguiente: ella trabaja por un sueldo y ha elegido ese trabajo porque le gusta ¿verdad? así que, ¿por qué tengo yo que regalarle nada a ella en Navidad y en fin de curso? Lo que yo pienso es que quien tenga un trato especial con ella, bien porque si niño es un desastre o porque le tiene un afecto especial, puede hacerle un detalle porque le da la real gana y me parece fantástico, pero eso es una cosa y otra muy diferente es poner en el compromiso a toda la puñetera clase mandando mensajes de whatsap para saber si vas a participar o no en el regalo conjunto que quiere hacer toda el aula. ¿Y cómo dices que no? Si te niegas a participar el resto de padres empezará a mirarte mal y no queremos eso ¿verdad? más que nada porque nuestros pequeños son amigos de sus pequeños y al final las cosas salen, se escuchan y la liamos en menos que canta un gallo, así que acabas poniendo los 3 euros que te piden para participar en el regalo. ¡Y no es por los 3 euros, claro que no! es porque no le veo sentido, ninguno, a regalarle algo en Navidad a la profesora. En fin de curso aún puedo entender que se le regale algo como recuerdo de la clase, pero ¿en Navidad? En serio, no entiendo nada.
Dicho esto vuelvo a mi teoría principal: nos complicamos la vida más de lo que realmente necesitamos con todo esto y no creo que la vida sea para complicarse, de hecho creo que deberíamos hacer justo lo contrario, disfrutarla todo lo que podamos viviendo y dejando vivir a los demás ¿o no?